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Una economía para salvar la tierra: La economía de recorridos cortos.

Por Iván Agudelo Cardona

Cada día, el sol descarga sobre la superficie terrestre suficiente luz para proveer de energía todas las necesidades de la humanidad.  Se calcula que en un metro cuadrado, la tierra recibe del sol 1380 Julios por segundo.  Es decir que un solo metro cuadrado, recibe durante un día, suficiente energía para proveer las necesidades eléctricas de una casa promedio durante todo un mes.  Sin ser demasiado optimistas y contando con tecnología poco desarrollada, al menos cabe la seguridad de que un día de luz solar sobre un metro cuadrado, necesariamente provee la energía para alimentar una casa promedio durante un día.    ¿Pero qué es la economía y cómo se relaciona con estas extravagancias energéticas?  Vamos a ver:

La economía se define de diferentes maneras pero en términos generales, cuando se habla de economía, se está haciendo referencia al comportamiento y administración de los recursos (bienes y servicios) de individuos y sociedades. La economía como ciencia busca entender el comportamiento y distribución de tales recursos en orden de plantear sistemas económicos, con los cuales determinar costumbres y procedimientos que le permitan a individuos y sociedades intercambiar y manejar esos recursos.  Los nativos Camëntsá del valle del Sibundoy en Putumayo,  entienden la economía como aquellos medios y espacios necesarios para sentirse bien, lo cual, de manera muy simple pero profunda, revela el propósito fundamental detrás de la economía.  En ese orden y al contrario de lo que se piensa, la economía no solo se entiende con el dinero.  Recursos  son también el conocimiento,  la diversión, el tiempo, la salud.  El dinero es solo uno de los innumerables recursos que la economía estudia y aún así, creemos que el dinero es el único recurso económico y por lo tanto olvidamos incluir en nuestras contabilidades, el valor de una sonrisa, la riqueza de un pulmón limpio o el beneficio de un abrazo.  Pero vamos aún más atrás en el entendimiento de la economía y analicemos el concepto de RECURSO.

Al rededor de este término también se encuentran bastantes definiciones pero se entiende por recurso cualquier procedimiento o medio usado para satisfacer una necesidad.   Desde la física y la biología, esos procedimientos o medios se resuelven en un solo concepto:  ENERGIA.  Nuestra necesidad de transporte requiere la energía del petróleo.  La necesidad de alimento requiere la energía de frutas, verduras, productos animales además del trabajo de quienes cultivan.  La necesidad de refugio requiere la energía de muchos brazos que construyen y levantan edificaciones.  La necesidad de salud requiere la energía de muchos años de estudio por parte de médicos y científicos.  La necesidad de diversión y comodidad requiere la energía y trabajo de artistas e ingenieros.  El deseo de iluminar y ambientar las noches requiere energía eléctrica.  La tierra es abundante en materiales pero esos materiales permanecerían quietos e inalterados si no hubiera energía para transformarlos.    Así pues, si desde la física y la economía rastreamos aquello que llamamos VALIOSO encontraremos que todo lo valioso se encuentra en las fuentes de energía.  De ello también se desprende que la más valioso de la tierra, no es esa masa oscura sobre la que todo yace,  sino los árboles, animales y microorganismos que habitan esa masa y transforman la energía del sol para convertirla en vida.

Así nos conectamos con el comienzo del artículo, en donde podemos deducir que el sol entrega energía suficiente para proveer de riqueza a toda la humanidad.    ¿Y por qué la pobreza? ¿De dónde viene el desorden?  El desorden está en que la humanidad ha invertido cantidad de recursos en descubrir cómo transformar la energía solar y al tiempo de hacer esto, va por el mundo destruyendo los bosques sin percatarse de que en las hojas de cualquier planta, ya sucede esa maravillosa transformación de la energía solar en energía almacenada y lista para uso libre.  Sin embargo no es objeto de este texto explicar los procesos históricos de semejante absurdo ni entrar a detallar porque la energía solar es energía limpia mientras que toda la contaminación del planeta proviene de la energía del petróleo.  Interesa por el contrario plantear alternativas para el ahora.

Para la Economía de Recorridos Cortos, se parte entonces por entender y valorar que en cada hoja de cada planta está sucediendo la transformación de energía solar.  Se trata de concebir cada metro cuadrado de tierra, como un panel solar que se enciende mediante el cultivo, cuidado y administración de las plantas sobre él.  De aquí ya se extrae un principio ecológico y agronatural que es «no quemar, no platear, no pelar la tierra».  Dejar la tierra al descubierto es destruir todo aquello que puede transformar la energía solar.

La Economía de Recorridos Cortos, desde su mismo nombre, plantea entonces el ahorro de la energía que se invierte en transportes.  En el municipio de Fresno, en Tolima, Colombia, se realizó un experimento que revela la pobreza y contaminación de la economía actual:  Un cultivador de tomate, marcó algunas de sus cajas, las cuales fueron vendidas a un intermediario comprador de la plaza.  Este intermediario de la capital llevó las cajas de tomate a las centrales de abasto,  ese recorrido necesariamente requirió una cantidad de energía representada en gasolina y tiempo del conductor.  Allí en la central de abastos,  el dueño de una verdurería de Fresno, compró nuevamente los tomates y claro, debió invertir energía para regresarlos hasta el pueblo.

Al salir de la finca estos alimentos estaban en buen estado, luego de invertir en su transporte, hay que desecharlos.

 El resultado del seguimiento fue que los consumidores finales, debieron pagar la gasolina y transporte que inútilmente y en detrimento de la calidad del producto, se utilizo para sacarlo de paseo.  Lo que agrava el asunto es que el consumo de gasolina no solo extrae capital del país sino que contamina durante casi 1000 kilómetros de carretera, todo ello sin contar con el desgaste del vehículo y otra cantidad de pequeños gastos por donde se desvanece la riqueza.

La Economía de Recorridos Cortos, en cambio, no requiere inversiones altas, toda su esencia está en organizar y administrar.  Si el productor original puede venderle directamente a los distribuidores o, mejor aún, a los consumidores, tanto los unos como los otros van a ver incrementos en el rendimiento del dinero.  Sin embargo, la visión de la Economía de Recorridos Cortos pretende que los productos se distribuyan primero y directamente en las veredas.  No es comprensible que una familia campesina, deba invertir energía en ir hasta los cascos urbanos para surtirse de productos que seguramente son cultivables en su patio.

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Desde la anterior perspectiva, aparece entonces el segundo principio de la Economía de Recorridos Cortos que es la variedad:  Así como se parte por entender cada metro de tierra como una planta de energía, lo segundo es ver cada familia, granja o casa rural, como una industria.  Con una asesoría adecuada y una administración eficiente, 50 fincas pueden proveer hasta 300 productos diferentes para abastecer de lo más esencial a toda una vereda.  Como en el campo colombiano, no todos los campesinos tienen espacio para cultivar, aquellos menos favorecidos pueden ser capacitados para procesar y darle valor agregado a los excedentes y subproductos.  Así pues, de 100 familias campesinas, 50 pueden acordar el cultivo de 300 productos (cada una debe producir únicamente 6 alimentos diferentes) y 50 pueden dedicarse a fabricar mermeladas, quesos, conservas, harinas, concentrados, abonos, biocombustibles y, por qué no, artesanías y elementos útiles confeccionados con materiales extraídos de la misma vereda.  El hecho de que un campesino no deba transportarse hasta el casco urbano para suplir sus necesidades básicas, implica un ahorro de energía y una merma en la contaminación.  Como la energía no se crea ni se destruye, esa energía ahorrada se convierte en riqueza para la comunidad, pues un mercado de este tipo, es también un espacio cultural y social que crea identidad y desarrollo.  Aquello que debía invertirse en gasolina, puede invertirse entonces en mejorar acueductos, carreteras, viviendas, escuelas, festivales.  Lo más interesante del asunto es que un esquema como el que se plantea, deja grandes cantidades de excedentes que procesados y con valor agregado, pueden ir a las ciudades para integrar la vida urbana dentro de la Economía de Recorridos Cortos;  el resultado de vender estos productos en las ciudades implica aún más ganancias para la vereda pues los dividendos de este comercio no deben invertirse en suplir necesidades básicas sino en mejorar la calidad de vida.  Los habitantes de las ciudades también se verían beneficiados por una gran oferta de productos a precios razonables y de alta calidad artesanal.

Miremos entonces un ejemplo comparativo de cada economía para aclarar el panorama:

Con la economía actual,  la energía sufre las siguientes transformaciones:  En principio todo parte del sol, de la luz que golpea el follaje y gracias a la fotosíntesis se transforma en energía química almacenada en moléculas de carbohidratos.  Esa energía almacenada en forma de alimento es el principal elemento de comercio en la historia y el mundo.   Después de muchos meses de trabajo, el agricultor debe transportar hasta un punto de comercio su producto y para ello comprar, en forma de pasajes o directamente de gasolina, energía del petróleo para transportar esos alimentos.  De aquella venta, recibe una cantidad de dinero que debería representar su trabajo de todos esos meses, pero con ese dinero, el campesino compra la energía de abonos, fumigantes, servicios públicos y de nuevo, el transporte de regreso a la finca.  Con lo sobrante, el campesino debe comprar alimentos con los cuales abastecerse a si mismo y a su familia, de energía suficiente para seguir trabajando hasta la siguiente venta.  Entre tanto, un intermediario  compra energía para transportar esos alimentos hasta las centrales de abasto, lugar en el que es necesario pagar arriendos, servicios y mano de obra no calificada.  Allí, un nuevo intermediario adquiere el producto y además de pagar por la energía para transportarlo hasta el punto de venta, el producto se ha deteriorado y ensuciado por el viaje y la manipulación, por lo cual se hace necesario pagar la energía de un empleado quien  limpie y organice la mercancía.  Ya en ese punto, algunos alimentos se han dañado y van a la basura.  El consumidor final, debe pagar la energía para ir y regresar al punto de venta y en el precio del producto, se hace cargo, además, de todas las energías usadas para llevarlo hasta allí.  Si ese consumidor final es también un campesino, la cruel realidad es que lleva a su casa un 70%  menos de la energía que sacó de la finca.  Si el sol no fuera tan abundante y la tierra tan dadivosa, en cuestión de solo un año las fincas estarían agotadas.  Los alimentos que fueron al bote de basura, a pesar de haber iniciado un proceso de descomposición, siguen teniendo un potencial energético muy grande que por desatarse al lado de plásticos, latas y jabones, se convierte en contaminación.  Finalmente, dentro de las personas, la energía del alimento se transforma en lo que cada profesión demanda pero, en la mayoría de los casos, se olvida que el objeto de esa transformación es llegar a estados de salud y bienestar cada vez mejores.   En términos generales, lo que se aprecia es un proceso en el que la energía del sol hace un recorrido de desgaste, cuyo final, al mezclarse con derivados del petróleo, suele ser contaminación.  El consumidor final no es el único destino de los productos agrícolas pero tampoco es objeto de este artículo describir al dedillo los movimientos del capital, se busca abrir el panorama y ponerse al frente de la propuesta.

¿Qué plantea la economía de recorridos cortos?  Según los climas y topografías de cada vereda crear acuerdos de autoabastecimiento que comprometan a por lo menos 20 familias con la producción de al menos 5 productos diferentes.  Esto nos da un total de 100 productos,  con los cuales abastecer de lo más esencial a esas 20 o más familias.  Cultivar y sostener la producción de 5 alimentos diferentes no es mucho reto para un campesino,  es mucho más difícil pero saludable y divertido tratar de incluir en la dieta 100 alimentos distintos (la mayoría de nosotros no mercamos más de 50 cosas en las cuales se incluyen el jabón y el papel higiénico).    Esa base alimentaria brinda seguridad y permite jugar con los excedentes (muchos campesinos se ven forzados a vender mal sus cultivos porque tienen la urgencia de mercar).  Cada cultivador, puede vender a mejor precio su producto y aún así también resulta más económico para todos los demás, el dinero del transporte y los intermediarios se reparte entre los propios campesinos.  Ya con la seguridad alimentaria establecida,  se da la libertad y comodidad de buscar los mercados más apropiados para los excedentes pero si se incluye en el paisaje a 10 familias capacitadas en diferentes industrias artesanales, a esos excedentes no solo se les da mayor valor sino también más libertad y durabilidad para competir en los mercados.  Esas 10 familias adicionales no solo van a incrementar el consumo de los productos básicos (y por lo tanto los ingresos de todas las 20 familias anteriores) sino que se van a incluir dentro de la canasta básica de la vereda otros tantas delicias artesanales.  De ellos pueden surgir entonces mermeladas, quesos, conservas, harinas, abonos y artesanías.  La idea es que las industrias artesanales compren los excedentes a precios de mutuo beneficio y de allí, esos productos se transporten a un único punto de venta en el casco urbano o en una ciudad cercana.  En las ciudades entonces, encontraríamos tiendas representativas de diferentes veredas, ofreciendo más de 100 productos, entre frescos y procesados, y directamente en los barrios para acortar aún más las distancias.  La energía solar, pasa entonces de la planta al fruto y del fruto a los vecinos (recorrido corto) y los excedentes,  se recogen de cada finca en un solo transporte y se llevan hasta un único punto de venta en el cual, familias de la ciudad, van a encontrar en las cercanías de su casa, productos de excelente calidad, con la belleza del trabajo artesanal y a precios muy económicos pues no deben costear los transportes e intermediarios del modelo anterior.

Lo que se plantea es apenas un esbozo.  Hace falta exponer temas relacionados con la salud y evolución de la comunidad a más largo plazo.  Se espera también que el modelo sea el principio de una agricultura limpia y ecológica donde se respeten las fuentes de agua, los árboles y las especies nativas.  Se espera  que ese intercambio entre los vecinos de una vereda y la posibilidad que el punto de venta urbano les da para expresarse, se convierta en el motor de expresiones culturales.  También hace falta exponer la vinculación de esta propuesta con la anterior tentativa ecológica presentada en el artículo de «La basura como fuente de riqueza» pero, sobre todo se espera que este artículo, el más extenso y estudiado en el blog de Arte SaVia, abra la puerta para que muchos interesados reorganicen sus ideas de intervención agraria, ecológica, social o cultural.  Promover este tipo de iniciativas es la misión de Arte SaVia y  estamos dispuestos a responder todo tipo de inquietudes al respecto y a brindar con nuestros servicios, nuevas luces sobre el tema.