Bosón de Higgs. La partícula de Dios y la partícula del viento.

Esto es apenas una visión, ignorante por que veo solo hasta donde alcanzan mis ojos y atrevida porque voy más lejos con las palabras que con las manos.  Pero es importante aclarar esto para no ofender a quienes entiendan mejor y para no alterar a quienes sin entender, este contenido parezca irrisorio.

La materia no es más que una ilusión.  Así como al saltar el niño la cuerda, se crea la idea de un campo girando al rededor del niño, así mismo, la energía palpable conocida como electrones, gira al rededor de los núcleos atómicos a una velocidad tal que una idea de solidez se manifiesta para las partículas circundantes.   Más evidente se hace en las hélices de aviones y helicópteros que fabrican la ilusión de discos donde solo existen un par de aspas.  Aún así están las aspas, lo que se mueve.  Y entonces los científicos toman una lupa superpoderosa, el ojo que todo lo ve,  y al observar profundo muy adentro de las aspas se dan cuenta de que están compuestas por átomos, partículas con un centro que sirve de eje para el movimiento de otras aspas infinitamente pequeñas que a la vez repiten la ilusión pues como ya está mencionado, los electrones, las aspas del átomo, son en realidad unas masitas girando a velocidad increíble que crean la idea de materia sólida.  En la materia orgánica e inorgánica,  estas masitas no giran solo al rededor de un eje sino que comparten su viaje al rededor de varios centros y este viaje de velocidades indescriptibles hace lazos de unión entre uno o varios núcleos.

Pero esto no es suficiente para los científicos,  ellos aumentan el fuego en el gran ojo y este se acerca más y más adentro en el giro de las masas para descubrir helices cada vez más pequeñas girando siempre más rápido para formar ilusiones cada vez más profundas entre las cuales se encuentra el recién descubierto y afamado Bosón de Higgs o partícula de Dios.  Ya desde hace algunas décadas, protón, neutrón y electrón dejaron de ser las partículas fundamentales de la materia y aunque aún lo enseñen así en colegios y universidades, lo más adelantado de la física cuántica, ya en conciencia de que todo es una ilusión, no estudia la vida al interior de los átomos en pesos y distancias sino en probabilidades y frecuencias porque haciendo honor al principio de la obsoleta alquimia «todo es arriba como es abajo», mientras más adentro se penetra la materia con el gran ojo, se encuentran más pequeñeces girando y creando ilusiones.

En ese rebuscar de la materia aparecieron entonces quarks, neutrinos, mesones, hadrones, bariones y otra cantidad de infimas manifestaciones de energía entre las cuales están los bosones, otras pequeñeces que le robaron a los electrones el cartel de «yo tengo la materia».  Según los experimentos de Higss en el Acelerador de partículas,  algunas de las demás partículas descubiertas, adquieren masa, peso y gravedad cuando se tocan con el Bosón, lo cual, en la lógica más conservadora, implica que allí es donde está lo que se mueve.  Y hasta ahí llega la historia según se lee en los informes pues aún falta comprobar tal hecho y aún falta integrar el descubrimiento de Higgs con las demás «verdades» ya descubiertas pero que no parecen ajustarse a la propuesta.

Y entonces ese perforar de la intimidad de la madre (materia viene de mater -madre) que promete maravillas científicas como la teletransportación o los viajes intergalácticos se encuentra con Dios observando el universo desde abajo y repartiendo masitas a todo aquello que se le acerca lo suficiente.  Que grandes suspiros debe asaltar esta visión tan escasa para creer tanto en la ciencia como en la religión.

Pero hay algo alucinante en lo cual se respira otro aire menos frío.  Utilizando la misma lógica comparativa que construyó el acelerador de partículas y fabrica las estrategias económicas para financiarlo, puede leerse, en esa visión del dios sentado en la infinitud de la nada, que el Universo es más grande que ese dios.  Dónde está el fenómeno de la conciencia, dónde está la esencia del movimiento, dónde está esa tendencia a autocrearse llamada vida,  donde quedan la belleza y las emociones en toda esta cadena de experimentos y reflexiones.

Giovanni Papini

En el libro Gog, de Giovanni Papini, se relata una entrevista ficticia con Einstein en la que éste asegura haber finalmente encontrado la ecuación que unificara todas las leyes, tanto tiempo buscada por él y por otros.  Giovanni Papini se atreve a mencionarla entonces y según ese Einstein, la ecuación es:  «Todo se mueve».   Ya extendiendo las ficciones al rededor de esta frase, resulta emotivo darse cuenta de que la «ley de leyes», ficticia o no, retrata 80 años antes, aquello que los científicos de la CERN se esfuerzan por refutar pero en el intento de refutarlo más lo demuestran pues esa «ley de leyes»  que desafía la lógica sugiere que «No hay leyes».   Y es esa tendencia humana a definirse desde lo quieto, a ser alguien en un libro de caras, a sentir miedo al movimiento, a rechazar todo lo que cambia, lo que ha fabricado esta realidad de pavimento, billetes y  normas.  No se sabe dónde o en qué momento, el hombre decidió ponerle piloto automático a la vida y encontrar leyes con qué resolver enigmas siempre cambiantes, pero es claro como la búsqueda de herramientas se volvió más importante que la búsqueda de soluciones y como el dividir un rompecabezas en cada vez más y más partes dificulta exponencialmente la solución.

El adn y las emociones. click en la imagen.

Es por eso que ese primer principio de la obsoleta y retrógrada alquímia «Todo es arriba como es abajo», esa idea integradora, armadora de rompecabezas, se acerca a realidades científicas como que cada célula del cuerpo contiene el ADN del individuo completo.  Siendo así y dando vuelo a una imaginación ignorante y atrevida no es difícil animarse con  la idea de que así cómo cada célula contiene toda la información de un individuo, cada átomo contiene toda la información del universo.  Para el CERN, debe ser devastadora esta perspectiva pues promete billones de partículas subatómicas con que entretenerse por el resto de la existencia pero a un poeta meditando debajo de un árbol puede resultarle interesante descubrir, que cada una de sus células, cada uno de sus átomos, que sí mismo, es un reflejo de todo el universo y en ese sentido, él mismo es el Gran Misterio,  su propia vida es el gran enigma.

Los nativos Siux del norte de América denominan Wakan Tanka (a veces traducido «Gran espíritu») al «Gran Misterio», ese algo indefinible que subyace y a la vez rodea todo lo que existe y al mismo tiempo lo anima a seguir existiendo, sensación similar a la del En-Sof de la cábala, del Tao nacido en China y a la teoría cuántica de campos.

Una visión del asunto podría deducir entonces que para entenderlo todo es necesario cerrar los ojos y meditar indefinidamente pero desde otra perspectiva, se muestra motivador el descubrir que no somos simplemente un bonito rompecabezas de órganos y reflejos cerebrales, sino que al ser un reflejo del universo,  somos también arte y sociedad, historia, luces, colores, reflejos y sombras, somos movimiento, relación, somos intercambio, somos búsqueda, somos risa y llanto, sueños y pesadillas;  es decir que no solo uno es el reflejo del universo sino que el universo es reflejo de uno.  Al pasar por la calle siendo niños, es más probable que ubiquemos los almacenes de juguetes que los bancos y al crecer y volvernos «responsables», sabemos donde están todos los bancos pero no las jugueterías, independientemente de que ambas hayan estado siempre ahí.  Y así sucede con cada detalle de la vida,  no nos fijamos en todo lo que hay sino en aquello que nos llama la atención y si nos llama la atención es porque antes, ya lo traíamos adentro.  Es por eso que cada situación de la vida parece un llamado del Gran Misterio, a encontrar por fuera lo que se lleva adentro, a crear en la realidad material desde las emociones, los deseos y los pensamientos «internos»;  es decir, ese llamado de atención es una invitación a convertirnos en el Bosón de Higgs que le da materia a todo lo que se acerca siendo aún inmaterial, a ser ese algo que materializa los sueños.

Entonces somos Dios?  Alguien que animó la escritura de éstas reflexiones decía «Todos somos partículas de Dios» y sin que en la conversación aparecieran Higgs y sus amigos ya se volvía a esa idea de que en todas las cosas y en todos sus múltiples niveles, está ese algo que incluso el más escéptico no ignorante puede reconocer como «ALGO».

WTF? ALGO? dónde quedan las guerras y la enfermedad, la muerte, el calentamiento global, el deshilo de los polos, la desnaturalización del comportamiento humano, las drogas, la trata de personas, la crisis de las economías, los desastres naturales, la extinción de especies, la delincuencia común; todo es a causa de… «ALGO«?  Oh no no, claro que no, por supuesto que no, todo eso es a causa de «ALGO MALO«.    Y entonces allí aparece la comparación, lo que está bien y lo que está mal, lo positivo y lo negativo, lo que hace daño y lo que crea, lo necesario y lo innecesario, lo caprichoso y lo sustancioso, lo vital y lo mortal, lo que nos hace libres o esclavos, la partícula de dios y la partícula del demonio.  Y es entonces esa necesidad de encontrar lo bueno y evitar lo malo,  el motivo por el cual se rebuscan parámetros, leyes, normas, ecuaciones donde todo sea bueno y donde siempre se esté bien, el piloto automático que nos lleve a ser felices, piloto automático llamado ciencia:  para la ciencia casi no existe lo bueno y lo malo, todo en el universo no son más que razones y proporciones, causas y efectos, pero se escribe casi por que lo único malo para la ciencia es la no ciencia, para la ciencia, todas las demás formas de percibir el mundo son equivocadas.  En efecto la ciencia se aleja en sí misma del problema del bien y del mal pero no resuelve entonces la intrínseca petición del fenómeno llamado vida de estar bien.

Y claro, como se asocia todo lo malo con todo lo que deja de estar como estaba, se comienza a temer al cambio, al movimiento, a la transformación pero resulta que:  Oh maravilla de la lógica, si en el universo «todo se mueve», es precisamente esa resistencia al cambio lo que produce la alteración y el daño;  jugar un partido de fútbol estando todos quietos y sin una pelota sería un desastre para todos, público, prensa, estadio y demás.

Puede que existan leyes para vivir la vida pero más divertido que encontrarlas parece ser, jugar el partido.  Hay claro, movimientos o estados más duraderos o persistentes que podrían confundirse con leyes pero digamos que el jugador no debe preocuparse mucho por el deterioro de las columnas del estadio ya que la aparente quietud del edificio no le resulta sustancial a la hora de escoger la jugada;  mas ello no significa que la construcción nunca cambie y no significa que los ingenieros, independiente de su gusto por el fútbol, deban atender ciertos desmoronamientos percibidos en las vigas cada vez que se canta un gol.    Y no es que no se pueda contar con la persistencia de ciertas cosas, la tierra, el sol y las estrellas estarán allí por un tiempo más,  igual la vida que conocemos y las estructuras que lo soportan,  el asunto es que el camino de cada quien es el que yace ante sus pies, ingeniero o jugador, cada uno está jugando su partido, igual que el padre celebrando los goles con su hijo y que el vendedor ambulante quien se rebusca el sustento entre las multitudes.

Y qué pasa con el bien y con el mal?  Nótese que se reconoce lo malo en todo tipo de separación, de ruptura, ya sea de la carne, de los huesos, de las relaciones, de los tratos, de las vidas, de los ideales, de los pueblos, de la materia o del espíritu.  Entonces en el momento en el que creamos y creemos esa idea de ser diferentes a todo lo demás, de que el universo está solo por fuera, de que estamos quietos ante todo lo cambiante, es cuando se crea esa ruptura y  daño a nuestro fluir por la matriz del Gran Misterio.

Recordar que somos uno, que algunas partículas de nuestro cuerpo antes fueron parte de esa arepa con pollo desmechado que venden en la esquina, que esa arepa fue hecha de maíz y ese maíz viene de tierra limpia o de abono químico, que esa tierra es el legado de los billones de billones de seres vivos que se desintegraron en el suelo mucho antes de nacer nosotros;  recordar que bebemos la misma agua y respiramos el mismo aire de todos los seres vivos desde su existencia, recordar que nuestras ideas, el lenguaje con que nos comunicamos y el espacio donde vivimos no nació con nosotros sino que nosotros somos el resultado de éste;  recordar todo esto y recordar la unión profunda que hay entre todas las cosas, así tengan movimientos más o menos persistentes o recorran diferentes caminos, es lo que permite sanar las heridas, sentirnos, recordarnos como un solo ser, deshace las barreras, propone soluciones antes que defender ideales, deshace el miedo hacia las cosas externas y nos integra con la no ley del constante cambio.    Y allí es donde se juega el partido, meleando entre construir el entorno y construirse a sí mismo, ganar el partido sin lastimar al contrario, quitar la pelota sin que se salga por los extremos, no hay leyes para cada jugada, hay que observar, escuchar, respirar, por momentos pensar y por momentos dejar que el instinto guíe, a veces huir, otras veces enfrentar, en ocasiones sostener y en otras entregar, ser un rato la estrella y en otro el observador, cambiar de cancha para sentir lo que sienten los otros, para hacer goles en lo que antes fuera el propio arco, para ser uno, un solo partido, para ser Uno y ser Diverso, ser Universo, ser una partícula del viento que canta todas las canciones y recorre todos los paisajes.

Imagen ilustrativa de la dualidad onda-partícula, en el que se aprecia cómo un mismo fenómeno puede ser percibido de dos modos distintos.

Personalmente no creo en contrarios, creo en contrastes, y no es que no duela el sufrimiento propio y ajeno sino que como «hijos de dios» y «padres del diablo», siento que la responsabilidad de vivir no está en condenar, enjuiciar y ejecutar lo más revoltoso, ignorante e inconsciente de mi interior sino en intentar entenderme desde las infinitas perspectivas que ofrecen las demás conciencias.

Sibundoy – Putumayo

Para los indígenas Camëntsá de Sibundoy en Putumayo – Colombia, la palabra TABANOC anuncia «el Retorno al Sagrado Lugar de Origen», volver a la raíz, a la Tulpa donde se cocinan los alimentos y las enseñanzas, volver a ser uno con la tierra, al principio de «Entender, practicar, enseñar».  TABANOC es el sendero para sanar, TABANOC es la integración con las abuelas piedras, con los abuelos árboles, con el Taita Yagé.  TABANOC es entender la economía como «los medios y los espacios para estar bien».  Y al mismo tiempo, TABANOC, es el ahora, somos el resultado de todo lo que nos antecede y en nosotros, en cada instante, está el origen de los tiempos, el principio y el final y es por eso que en cada quien, en cada perspectiva de conciencia, en cada neurona del cerebro universal, en cada libre albedrío, está la responsabilidad de de crear distancias o heridas en detrimento del propio bienestar o procurar acercamientos en la búsqueda de la única sanación posible que es la sanación de todos.

Hay muchas cosas que este escrito quisiera contemplar y parecen surgir más preguntas que respuestas, pero solo puede hacerse una jugada a la vez y este será uno de tantos intentos por sembrar la unidad en la diversidad. Habrá quien estalle de risa y se espera lo manifieste pues de la oposición entre los equipos nace lo divertido del juego.  Sin embargo, se entrega TABANOC, el Retorno al Sagrado Lugar de Origen, la idea de que estamos caminando juntos para reencontrarnos en la raíz de la vida, la conciencia de que «Todo se mueve» y el devenir de los cambios se transita mejor paso a paso que con autopistas o agujeros de gusano que pasan sin mirar, por encima de todo lo que hay en medio.

Ser feliz parece ser la búsqueda detrás de todas las búsquedas y en el sentido propuesto de la Unidad en la Diversidad y del individuo como parte y todo, vale la pena resaltar que el bienestar del entorno implica el bienestar interior y el bienestar interior también implica el bienestar del entorno, por lo cual resulta agradable servir a los demás antes que atacarlos y compartir lo que ya se ha ganado se siente mejor que exigir lo que no se entiende.  En ese sentido, se plantea una realidad de aprendizajes y no de juicios, de contrastes y no de opuestos, de inconscientes y no de criminales, de transformaciones y no de apocalípsis, de personas sanando y no de enfermos, del mal como un hijo que debe aprender a vivir y no como un titan renegado, incomprensible y odioso;  una realidad, como ya se dijo, ignorante y atrevida que se propone por la felicidad sentida al hacerlo y por la creencia de que en TABANOC, en el origen y el ahora simultáneos, es posible vivir sin leyes y sin lástimas pero jugando y divirtiéndose con el juego de la vida.

Giordano Bruno

Dice Giordano Bruno «Vemos que todo deleite no consiste sino en un cierto tránsito, camino y movimiento, dado que enojoso y triste es el estado de hambre, desagradable y pesado el de la saciedad, mas lo que nos deleita es el movimiento del uno al otro»

Por Iván de la Montaña

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